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09 junio 2016

Apuntes históricos del Festival del Maíz de San Cristóbal.

La Semana del Maíz surge de un conversatorio sobre las culturas indígenas en el colegio Distrital Juana Escobar. Se comienza a realizar en el año 1.997 como una forma de conocer y rescatar las huellas ancestrales que ha dejado la cultura del maíz en América; el evento, entonces, surge por iniciativa del colegio mencionado y de la organización Siglo XXI

El festival propicia el encuentro de varias familias alrededor de la cocina y preparación de alimentos a base del maís, de tal manera que se alterna con una muestra artística que acompaña a este alimento milenario: danza, teatro, música, narración oral y juegos tradicionales. 

La Semana Cultural del Maíz tradicionalmente se ha realizado en el barrio San Rafael, pero con el tiempo se han integrado otros barrios, como Juan Rey, La Belleza, Libertadores, Nueva Delhi, Londres, Guacamayas y Altamira. El evento tiene un impacto aproximado de 350 a 400 personas.  

Origen y objetivos

Envuelta en una inmensidad de pieles y tendones, la mazorca se figura como un surco enorme sobre la tierra. Un hombre de manos callosas la toma delicadamente con sus dedos y uñas, comienza por realizar un círculo cerca del tallo, para luego arrancar las hojas, los ameros, que seguramente serán el alimento de algún animal, pues "el maíz es muy agradecido". Luego de raspar grano por grano, un líquido lechoso escurre entre las manos hasta caer en la tierra como gesto de fecundación. El maíz, después de ser arrancado, es triturado entre dos piedras; luego será envuelto y cocido, constituyéndose así en un alimento que se conservará intacto durante varios dias.

El maíz es una figura tutelar de América, alrededor del cual se crean y configuran mitos y ritos; se ha configurado en un elemento de identidad, pues ha logrado articular diversas manifestaciones culturales. De paso, ha dado un talante clave para renovar el pensamiento ancestral, permitiendo una transmisión en las actuales generaciones, tanto rurales como urbanas. A la sombra del maíz crecieron y murieron nuestros abuelos, se fundaron pueblos y ciudadaes, se establecieron y establecen fiestas que giran en torno a los productos que brinda: masato de maíz, arepa de mazorca, envueltos, chicha, mazamorras, etc. 

Así, en este juego circular que es la cultura, cada momento es continuidad, cada acto vuelve a repetirse, cada uno es más cantado o tarareado; cada petición o cada súplica es nuevamente recordada: "madre/ ten piedad de nosotros/ no nos envíes el fruto amargo demasiado pronto/ mucho tememos no tener carne suficiente/ no permitas que se marche la cosecha para tener algo en invierno"*. 

La Semana del Maíz realizada en la Localidad de San Cristóbal, llega cada año como un momento especial de la vida, que hace brillar los ojos de Jorge Ramirez al recordar el origen de este evento.  Nos cuenta él que: 

La idea de realizar un evento como la Semana del Maíz, nace en el año 1.990, a raíz de un conversatorio y encuentro con comunidades indígenas. Esto se dio, a su vez, en el marco del Encuentro Nacional de la ONIC. La participación de este sector de la localidad en el encuentro estuvo, al tiempo, organizada por la biblioteca comunitaria del barrio San Rafael y la Asociación Siglo XXI. Hubo unos conversatorios que se realizaron en la escuela Juana Escobar y en ellos se hablaron, entre otras cosas, de etnografía, costumbres indígenas y la necesidad de hacer un tipo de trabajo cultural que recuperara las costumbres alrededor de los productos a base de maíz. Se analizaron posibilidades con las danzas, audiovisuales y otras expresiones artísticas. Finalmente, luego de un trasegar continuo, se decidió que se podría realizar un evento alrededor de la comida típica; evento que quedó bautizado como la Semana Cultural del Maíz, en el año1.997.

Preparaciones de la Semana del Maíz. Años, 90.

El interés nuestro con la Semana del Maíz se consolida al realizar una muestra en el barrio San Rafael, que rescate las propiedades que tiene el maíz y los productos de la cultura gastronómica de las comunidades locales. Mostrar todas las posibilidades nutricionales que tiene el maíz y además de eso ubicar un poco a la comunidad sobre sus huellas ancestrales, partiendo del hecho de que el maíz es la base alimentaria de América. 

La idea es que alrededor del evento se pueda reunir a los artistas locales en áreas como música, danza, teatro y crear un espacio de intercambio entre personas de muchos barrios. Ello permite generar comportamientos solidarios, dinamizar procesos de organización alrededor de la elaboración de productos del maíz y facilita la comunicación entre vecinos. Además, se genera una actitud de confianza cuando empiezan a elaborar los productos, es decir, que eso facilita, por ejemplo, la recuperación de valores, el calor humano, la felicidad de la conversación y el compartir alrededor de un producto tan sencillo como lo es el maíz, sin perder de vista la importancia que tiene como elemento nutricional. 

Mito y cronología del evento 

Con la creencia de que el maíz se encuentra animado por un alma, al igual  que los seres humanos, los indígeneas de América llegaron a generar grandes personificaciones alrededor de este cereal. La madre del maíz era la encargada de preservar la permanencia de la cosecha del grano, a ella, mes tras mes, año tras año, las comunidades indígenas dedicaban una fiesta en la cual se velaba por varias noches a ciertas cantidades de maíz. Estas eran amarradas con las mejores mantas, lo cual garantizaba la permanencia de la cosecha. En otro pueblos de nuestra América, la madre del maíz era representada por una muñeca hecha con cañas y hojas de maíz, la cual era vestida con atavíos femeninos, otorgándosele el papel, como madre, de reproducir, año tras año, el cereal. Así como la memoria sigue la huella de la fiesta y ritos ancestrales, la palabra busca darle forma al recuerdo; recuerdos que tienen que remitirse a una realidad más próxima, pero no por ello menos intensa. Don Jorge habla de la cronología de la Semana Cultural del Maíz:

Durante los primeros 5 años, el evento ha sido liderado por jóvenes, pues la Asociación Juvenil y la escuela Juana Escobar se hicieron responsables durante el primer y el segundo año. En principio, el evento fue financiado por nosotros mismos, por los organizadores; los recursos, pues, fueron obtenidos por un interés altruista de hacer alguna actividad que sensibilizara a la comunidad. 

En el primer año no se hicieron tantos productos como ahora se hace; se hicieron pocos porque los recursos humanos son limitados. Se arrancaba con la poca experiencia que había y por eso mismo no se sabía muy bien en qué cosas invertir. En todo caso se prepararon comidas típicas como envueltos, masato, chicha y crispetas. El primer año se hizo en el barrio, no se convocó a gente de otros barrios y la cobertura alzanzó unas 50 o 60 personas. 

En el segundo año nos dimos cuenta que el evento realmente valía la pena. En esta segunda oportunidad participaron delegados de comunidades indígenas, quienes compartieron sus conocimientos sobre cultivos y trabajos alrededor de los productos del maíz. Para el segundo año se hizo nuevamente en la escuela Juana Escobar, pero esta vez, con un aforo de más de 100 personas. Se acompañó con aires musicales de la región cundiboyacense, antioquia y otras zonas de la región andina. 

Portada del Recetario. 2007.
 El tercer año se presentó la posibilidad de que el evento fuera apoyada económicamente por la Alcaldía Local. En principio el Consejo Local de Cultura acogió esta idea, pues se percibía que era un evento que congregaba a la comunidad. Gracias a las gestiones que se realizaron con las entidades locales, se compraron insumos en Abastos. Eso permitió invitar a otros barrios como Juan Rey y Londres. 

Para el tercer año (1999) el impactó creció. Se hicieron más productos y la gente también empezó a vender algunos. Además, se dio paso al truque, una idea que desde el principio se quería impulsar. En todo caso, los precios son muy módicos, pero útiles para recuperar algunas inversiones. 

El cuarto año (2002), el evento siguió creciendo, pues hubo mayor participación y mayores recursos. Se logró comprar mazorca, diferentes tipos de maíz, se trajeron cantantes y se invitó a diez barrios; de modo que de dos pasamos a diez barrios. A los barrios se les propuso que hicieran su semana cultural del maíz, respetando la decisión de cada uno, según su parecer o necesidad; de esta forma se les entregó una carga de mazorca, medio bulto de maíz peto y otros insumos como: queso, miel, panela. Esto se hizo para generar autonamías alimentarias. 

En otras palabras, Don Jorge relata que el alcance del evento ha ido en aumento ya que "el impacto que ha tenido este evento ha sido bueno, pues cada vez cubre una mayor parte de la localidad. Barrios como Libertadores, Juan Rey, Ciudad de Londres, San Blas, San Rafael, ñas Guacamayas, Altamira y San Cristóbal. Por lo general, en cada barrio hay líderes que reconocen la importancia del evento. Con el tiempo hemos dado en llamar "Bazar cultural" al momento en que todos los barrios nos encontramos. La semana cultural cobra una magnitud mayor un día, y ese día es el del bazar, un día en que nos encontramos todos para compartir". 

Logros y problemas

En la actualidad (2010-2015) el evento convoca a más de 300 personas. Poco a poco es mucha la genta la que se ha apropiado del festival y ha logrado resignificar la trascendencia del maíz en la génesis de nuestra cultura. Jorge Ramirez, redondea ideas que ya ha expresado:


Se podría pensar que vender el producto es una falta ética, pero sí se puede vender, siempre y cuando la gente responda con lo que se compromete cuando empieza. Por ejemplo, yo me llevo media arroba de maíz porba, y me comprometo a traerles chicha, masato y arepas o envueltos. Independientemente del trabajo que se necesite, lo que nos parece clave es el compartir, pues los precios son más bien simbólicos. 

Por ejemplo, para preparar el maíz porba, normalmente se utiliza un día, con 2 o 3 personas. Entonces lo que hacemos es coordinar con la familia y explicarles, ilustrarles, de qué se trata. Si usted tiene, digamos, 1000 envueltos y le invirtió azúcar, levadura, mantequilla y otros ingredientes, se supone que es una inversión que debe recuperar con ventas, lo cual constituye una manera de que la gente esté pendiente y cercana a los procesos. Otra forma de organizarnos es dedicarnos, por ejemplo, a hacer los envueltos. Se necesitan unas 12 horas para hacer 1000 envueltos, porque hay que estar mojando y estar cocinando al vapor: entonces la gente termina reuniéndose en familia, con sus hijos y, si por alguna razón no se alcanza, pues al otro día se madruga. 



Portada de Recetario. 2013
A lo que voy es que la gente descubre que no se necesita mucha cosa para hacer que nos integremos, que confiemos el uno en el otro, nos miremos, que estemos reunidos una vez al año: en ese sentido, creo que el festival ha sido un éxito, porque crea comunidad y afectividades entre todos nosotros. Se ha logrado que la gente roconozca e identifique sus potencialidades como comunidad, todo lo cual favorece la productividad y los diálogos que, en últimas, crean familia. 

Los problemas, por otra parte, suelen ser normales. Que lleve, que traiga, que se va la luz; de pronto hay gente que le gusta que todo se lo regalen, que se ponen bravos y entonces empiezan a hablar mal del evento. A veces conseguir artistas que sean buenos y que acepten los recursos limitados también constituye un gran lío.. 

El maíz ha sido una de las plantas de mayor cantidad de estudios culturales, es decir, no solamente biológicos y químicos, sino también por su estrecha relación con los seres humanos. En principio, el maíz fue la base de la dieta del pueblo americano durante milenios. Gracias a su versatilidad, duración y relativa facilidad de cultivar y reproducir tuvo un impacto decisivo en la constitución de nuestros pueblos. La fermentación y almacenamiento supusieron, también, configuraciones culturales y sociales en los pueblos prehispánicos. 

Como lo han manifestado varias personas, el evento de la Semana del Maíz es una disculpa muy buena para integrarse; si bien no ha alcanzado la madurez y el impacto que podría tener, sí es un esfuerzo que, a pesar de las limitaciones, impactaría muy bien a nivel interlocal, e incluso, nacional. Pues, ¿qué más nos une a nosotros los humanos que la comida, más cuando esta se prepara con talento y amor?

*Frazer, James. La Rama Dorada. Editorial Fondo de Cultura Económica. México, 1.994.  

Con información de: Recuperación histórica de los eventos culturales de la localidad de San Cristóbal. Alcaldía Local de San Cristóbal. Bogotá, 2003.

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