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13 enero 2015

Daniela Luna tiene un amor entrañable por su territorio.

En el proyecto Cuadras Armónicas participaron varias personas a las que queremos reconocer por su esfuerzo y por su voluntad de compartir con nosotros sus conocimientos. Lo mínimo que podemos hacer es reseñar parte de su trabajo en nuestro blog. En esta oportunidad presentamos un pequeño perfil de los artistas que participaron de la convocatoria que abrimos hace unos meses y que ya ha dado muchos frutos. Los invitamos, entonces, a que aprecien y disfruten el trabajo de nuestros amigos. 


Daniela Luna tiene un amor entrañable por su territorio. Cada vez que se expresa tiene, al menos, una palabra para referirse con afecto a la tierra que le vio crecer. Quizás por eso está dotada de una profunda sensibilidad social que la ha impulsado a conocer, recorrer y entender su territorio: la Localidad Cuarta de San Cristóbal.

Con apenas 19 años ya ha hecho un montón de cosas: servicio social, trabajo ambiental, artesanías con reciclaje y dibujo. Y ahora muralismo. El mural que ella está construyendo junto con su amigo John Edward impacta por el tamaño de su frase: “…donde las aves se atreven con bufanda”, una metáfora que seduce con facilidad para quienes hemos habitado en estos cerros.

Aún tiene esa cualidad envidiable que los formalismos se han encargado de oscurecer: la capacidad de sorprenderse con facilidad. Por eso a veces se le oye soltar una sonora carcajada o se le escuchan expresiones como: “qué chévere”, “¡ay, tan bacano!”. 

Se ha presentado dos veces a la ASAB para estudiar Artes Plásticas. Dice que la tercera es la vencida. Y creo que la fuerza de la persistencia habla por sí misma, pues llegó hasta acá con el impulso vital que le da el amor sincero que siente por su territorio y por las ganas instintivas de aprender.

Se toma un tiempo prudencial para cada pregunta que le hago, al punto que en una ocasión  me dice:

Déjeme pensarlo un rato y ahora le respondo.

Ese tiempo tomó cerca de un cuarto de hora. Son los tiempos de ella, son los tiempos –pensé- de una persona que se toma a pecho las preguntas.

Fabio Ramirez: ¿Cuéntanos un poco del trasegar tuyo para llegar hasta acá?

Daniela Luna: Creo que me podría ubicar cuando salí del colegio. Cuando uno está allá de algún modo vive en una burbuja. Pero al salir empecé a desarrollar un sentido de pertenencia muy bacano por este territorio. Al salir se encuentra uno medio desubicado, sin embargo, tuve la fortuna de conocer a una mujer luchadora y soñadora que fue como mi maestra. Encontrarla a ella fue clave para mi vida pues ella, siendo cabeza de familia, creó su propia empresa de manualidades, textiles y diseño de modas. A parte de enseñarme a elaborar artesanías con material reciclado descubrí un camino distinto, una forma de romper paradigmas y una forma también de no seguir las convenciones sociales. Ella fue muy importante en mi formación de lo que yo llamo una artista de la basura.

Fabio: Y lo ambiental tomaba forma…

Daniela: Sí. Los aprendizajes que recibí de ella me brindaron la experiencia necesaria para relacionarme con otras personas. Fue así que conocí a líderes comunitarios y organizaciones ambientales. Así entablé relación con CHILCOS y me convertí en tallerista, lo cual me enriqueció muchísimo. Poco a poco y gracias a esta pasión mía por el medio ambiente y por mi localidad terminé haciendo parte de los Proyectos Ambientales Ciudadanos y los Proyectos Ambientales Escolares. Además me vinculé a la Red Local Ambiental. Todas estas experiencias me permitieron encontrar en nuestra localidad toda una joya, un tesoro a descubrir.


SOBRE LA COMPOSICIÓN

Fabio: Esa sensibilidad especial hacia nuestra localidad influyó evidentemente en tu propuesta. Cuéntanos un poco sobre ella.

Daniela: Claro que sí. Todo el amor y el apego que siento hacia esta tierra lo quise plasmar en la propuesta que les envié a ustedes. En ella, como ustedes vieron, están muy presentes las montañas, las piedras y una Mandala. Todo eso tiene un significado para nosotros. Cuando elaboré el dibujo con ayuda de mi amigo John Edward Martínez quisimos plasmar a esos Cerros Orientales que nos cobijan, esas piedras que son como nuestras abuelas ancestrales y la Mandala que encierra el significado de movimiento, un movimiento que es como el de la comunidad: continuo y dinámico.

Propuesta en boceto.

Preparando el muro a intervenir.

La Mandala tiene en el centro una estrella de 13 puntas que significa dirección y cada punta puede significar un habitante de la localidad que trabaja en armonía con los demás, como un todo. Los colores del círculo que forma la Mandala son los colores de la bandera Whipala, la bandera de la ancestralidad indígena. Esa bandera ejemplifica la lucha por sobrevivir, y en el centro hay tonalidades de azul que significan el agua de las quebradas que nos rodean y del Río Fucha, el río que según la mitología precolombina nació mujer, y que tenemos tan abandonado.

En proceso.
El paisaje se complementa con un frailejón que se conecta con las montañas por medio de sus hojas; también hay una planta de Chilco, típica de los cerros, que le da vida a las montañas del fondo. Como toque final el ave que mira al horizonte. Rescatamos esta ave porque es pequeña y quizás insignificante para la mayoría de los habitantes. Pero la hicimos grande, porque realmente lo es, por todo lo que significan las aves no sólo para nuestros barrios sino para nuestro país en general. Y le agregamos la pequeña frase “…donde las aves se atreven con bufanda”; frase que nos pareció acorde para identificar el auténtico clima que nos rodea todos los días, y que encontré en un libro que llegó a mis manos por pura coincidencia. El libro se llama San Cristóbal habla “FUCHA”. Gracias a ese libro conocí más sobre la historia de Juan Rey, el barrio que amo y donde espero morir, de mi Rio Fucha y de mi linda y pequeña localidad cuarta: San Cristóbal.



Fabio: Todo esto que me cuentas se ubica en un espacio concreto ¿Qué significado tienen para ti palabras como “barrio, cuadra, vecindario”?

Daniela: Pues en principio son espacios colectivos, los espacios donde crecemos con los demás. Yo recuerdo mucho cuando era pequeña y aprendí a montar bicicleta en mi cuadra. Fue ahí donde me caí practicando y donde vi crecer a los niños que ahora tienen 16 y 17 años.

Antes sentía uno quizá algo de vergüenza cuando le preguntaban de dónde venía. Ahora no. Ahora siento un profundo orgullo y apropiación por mi barrio, por mis montañas y por mi localidad. Para mí es un privilegio vivir al borde de las montañas, donde no todo ha sido consumido por el cemento y los edificios.

El esfuerzo va dando sus frutos.


Fabio: ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con el Colectivo ArtoArte en este proyecto en particular?

Daniela: Yo había escuchado de ustedes hace un tiempo. Pero no fue hasta que hicieron ese mural gigante en elbarrio Juan Rey cuando quise conocerlos mejor. Ahí estaba la dirección del blog y gracias a eso los pude encontrar. Y yo estaba muy contenta de que ustedes se tomaran el tiempo de embellecer mi barrio. Al saber, pues, de la convocatoria nos presentamos con mi amigo, pero yo realmente dudaba que me fueran a escoger porque sentía que mi boceto era regular, como si lo hubiera hecho un niño de primaria. Así que cuando supe que había sido seleccionada me puse muy contenta porque para mí resultó una gran experiencia conocerlos a ustedes, a personas de la localidad que trabajan por la localidad con un alto sentido de pertenencia.

Niños se acercan a ver el mural en proceso.


Fabio: ¿Crees que los trabajos que se han hecho aquí pueden contribuir a una cultura de paz y de reconciliación?

Daniela: Eso es algo muy difícil. Pero sí cambian cosas, y para mejor. Por ejemplo cuando ustedes hicieron el mural en Juan Rey con la leyenda “Buenos días, vecino”, es algo que realmente le alegra el rato a uno. Cuando yo lo vi se me salió una sonrisa. Eso puede pasar con mucha otra gente que con amargura va al trabajo y se le olvida saludar. De pronto esa persona ya llegue con una actitud distinta a donde tenga que ir. Cuando uno va en los buses y ve esos murales son cosas que lo terminan alegrando. 

También la perspectiva del territorio cambia mucho porque la estética y el paisaje cambian. Eso es cambiarle la forma de pensar a la gente, al menos por un ratico.

El acabado.

Así concluye Daniela el pequeño interrogatorio a la que la he sometido.

Da alegría tropezar con personas que sientan tan suyo el entorno local en el cual viven. En Daniela no sólo hay expresiones de cariño por su localidad, también hay un trabajo desinteresado de años. Y para ella eso es lo más importante, pues busca “que acción y pensamiento estén acordes”. Para ser tan joven ya está llena de una sabiduría casi que intuitiva, y creo que eso le será recompensado.


Es seguro que vendrán muchas cosas buenas para ella. Como la que sigue y la que sigue y la que sigue…pues, poco después nos enteraríamos que sí, que la tercera era la vencida. Daniela había pasado a la Universidad para estudiar Artes Plásticas. 

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