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24 noviembre 2014

Cómo la pintura puede transformar comunidades.

Resulta que en el mundo hay personas con preguntas, experiencias e historias como las nuestras. Cómo la pintura puede transformar comunidades es un proyecto que dos jóvenes se aventuraron a adelantar y encontramos con ellos tantas semejanzas que no nos quedó de otra que compartir su trabajo. Nosotros empezamos a pequeña escala, como ellos, quizá algún día el destino y el trabajo nos lleve a adelantar proyectos en conjunto. Acá va completa la información en español para su disfrute. 

 

Dre Urhahn: Este teatro está en Copacabana, la playa más famosa del mundo, pero a 25 kilómetros de aquí, al norte de Rio, hay una comunidad llamada Vila Cruzeiro, donde viven unas 60.000 personas. Mucha gente de Rio conoce Vila Cruzeiro por las noticias, y las noticias de Vila Cruzeiro, por desgracia, a menudo no son buenas. Vila Cruzeiro es también donde empieza nuestra historia. 

Jeroen Koolhaas: Hace 10 años, llegamos por primera vez a Rio para rodar un documental sobre la vida en las favelas. Ahora aprendimos que las favelas son comunidades informales. Surgieron con los años cuando la gente del campo emigró a la ciudad en busca de trabajo, y son como ciudades dentro de las ciudades, conocidas por problemas como la delincuencia, la pobreza, y las guerras violentas entre la policía y los narcotraficantes. Nos impactó saber que esas comunidades fueron construidas por las mismas personas que vivían allí, sin un plan maestro y como una gigantesca obra en curso. Nosotros venimos de Holanda, donde todo está planeado. Tenemos reglas, incluso para seguir las reglas. (Risas) 

DU: En el último día de rodaje acabamos en Vila Cruzeiro y estábamos sentados tomando una bebida, mirando hacia el morro, todas esas casas, donde la mayoría parecían sin terminar. Tenían paredes de ladrillo desnudo, pero vimos que algunas habían sido revocadas y pintadas, y de repente tuvimos esta idea: ¿cómo sería si todas estas casas tuviesen revoque y pintura? Y entonces imaginamos un gran diseño, una gran obra de arte. ¿Quién esperaría algo como eso en un lugar como este? Pensamos, ¿sería posible? Primero empezamos a contar las casas, pronto perdimos la cuenta. Pero, de algún modo, la idea cuajó. 

JK: Teníamos un amigo que tenía una ONG en Vila Cruzeiro. Se llama Nanko, y a él también le gustó la idea. Dijo: "A todos aquí les encantaría ver sus casas con revoque y pintura, porque eso es tener la casa terminada". Nos presentó a la gente adecuada, y así, Vitor y Maurinho se sumaron a nuestro equipo. Empezamos con 3 casas en el centro de la comunidad. Hicimos unos cuantos bocetos y a todos les gustó este, un niño con una cometa. Empezamos a pintar y lo primero fue pintar todo de azul, y creímos que quedó bastante bien. Pero los locales lo odiaron. Dijeron: "¿Qué hicieron? Pintaron nuestra casa con el mismo color que la estación de policía". (Risas) En una favela, eso no es algo bueno. Es también el color de las celdas de la cárcel. Nos apresuramos a pintar el niño, y pensamos que habíamos terminado, estábamos muy felices, pero no fue así, porque se nos acercaron unos pequeños y dijeron: "Si es un niño remontando la cometa, ¿dónde está la cometa?" Dijimos: "Es arte. Tienen que imaginar la cometa". (Risas) Y dijeron: "No, no, no, queremos ver la cometa". Así que, rápidamente, instalamos una cometa en lo alto del morro, para que se pudiera ver al niño remontándola y que se viera realmente la cometa. Las noticias locales empezaron a escribir sobre esto, fue genial, y luego incluso The Guardian: "Célebre barriada se vuelve galería de arte al aire libre". 

JK: Así, alentados por este éxito, volvimos a Rio para un segundo proyecto, y nos topamos con esta calle. Estaba cubierta de hormigón para evitar deslizamientos de tierra, y en cierta forma vimos una especie de río, e imaginamos que este era un río japonés con carpas koi que nadaban corriente arriba. Decidimos pintar ese río, e invitamos a Rob Admiraal, un artista del tatuaje, especialista en estilo japonés. No sabíamos que pasaríamos casi un año entero pintando ese río, junto a Geovani, Robinho y Vitor, que vivían cerca. Hasta nos mudamos al barrio. Uno de los muchachos que vivía en esa calle, Elias, nos dijo que podíamos ir a vivir a su casa, junto con su familia, algo fantástico. Por desgracia, durante ese tiempo, estalló otra guerra entre la policía y los narcotraficantes. (Video) (Disparos) En ese momento vimos cómo la comunidad se mantiene unida durante estos tiempos difíciles, pero también aprendimos algo importante, la importancia de las barbacoas. (Risas) Porque, cuando uno hace una barbacoa, pasa de huésped a anfitrión, así que decidimos hacer una cada 15 días y así conocimos a todo el barrio. 

"Cómo la pintura puede transformar comunidades" tiene, quizá, las mismas intenciones y la misma historia que el proyecto "Cuadras Armónicas" del Colectivo ArtoArte". 


JK: Seguíamos con esta idea del morro. 

DU: Sí, sí, estábamos hablando de la escala, porque la pintura era increíblemente grande, e increíblemente detallada, un proceso que casi nos volvió locos. Pero nos dimos cuenta de que quizá, durante este proceso, todo el tiempo que pasamos en el barrio, era tal vez, aún más importante que la pintura en sí. 

JK: Después de todo ese tiempo, este morro, esta idea, estaba todavía presente, y empezamos a hacer bocetos, y modelos, y descubrimos algo. Nos dimos cuenta de que nuestras ideas, nuestros diseños tenían que ser más simples que ese último proyecto, para poder pintar con más gente, y cubrir más casas al mismo tiempo. Y tuvimos una oportunidad de probarlo en una comunidad del centro de Rio, llamada Santa Marta, e hicimos un proyecto para este lugar, que es este, e involucramos a los residentes. Porque resulta que si tu idea es ridículamente grande, es más fácil hacer que la gente se sume. (Risas) Los habitantes de Santa María se unieron y en poco más de un mes transformaron esa plaza en esto. (Aplausos) Esta imagen recorrió el mundo. 

DU: Recibimos una llamada inesperada del Programa de Arte Mural de Filadelfia, y nos preguntaron si esta idea, nuestro enfoque, funcionaría en el norte de Filadelfia, uno de los barrios más pobres de EE.UU. De inmediato dijimos que sí. No teníamos idea de cómo, pero parecía un desafío muy interesante, así que hicimos lo mismo que en Rio, nos mudamos al barrio y empezamos a hacer barbacoas. (Risas) El proyecto nos llevó casi 2 años, hicimos diseños individuales para cada casa que pintamos sobre la avenida, e hicimos estos diseños junto con los comerciantes locales, los propietarios de los edificios, y un equipo de una docena de jóvenes. Fueron contratados y luego entrenados como pintores, y juntos transformaron su propio barrio y toda la calle en un mosaico gigante de color. (Aplausos) Y, al final, la ciudad de Filadelfia se lo agradeció a todos y cada uno de ellos y les dio un diploma por su trabajo. 

JK: Habíamos pintado una calle entera. Ahora ¿cómo pintar todo este morro? Empezamos a buscar financiación, pero a cambio, solo nos encontramos con preguntas. ¿Cuántas casas pintaremos? ¿Cuántos metros cuadrados es eso? ¿Cuánta pintura usaremos? ¿Cuánta gente emplearemos? Tratamos de escribir planes durante años para la financiación y para responder a esas preguntas, pero luego pensamos: "Para responder a esas preguntas hay que saber exactamente qué se hará antes de empezar. Y quizá es un error pensar así. Porque se pierde parte de la magia que ya habíamos experimentado, lo de ir allí y pasar un tiempo y dejar que el proyecto crezca de manera orgánica y cobre vida propia. 

DU: Por eso decidimos deshacernos del plan, de todos los números, de todas las ideas y supuestos, y volver a la idea original, de transformar este morro en una gigantesca obra de arte. En lugar de buscar financiación, iniciamos una campaña de financiación colectiva y, en poco más de un mes, más de 1500 personas donaron más de USD 100 000. Para nosotros fue un momento increíble porque ahora... (Aplausos) porque ahora, por fin tenemos la libertad para usar las lecciones aprendidas y crear un proyecto ideado de la misma forma que la favela, de principio a fin, de abajo hacia arriba, sin un plan maestro. 

JK: Volvimos y empleamos a Angelo, un artista local de Vila Cruzeiro, un tipo con mucho talento, que conoce a casi todos allí, y luego empleamos a Elias, nuestro viejo amigo que nos invitó a su casa, él es nuestro capataz. Junto a él, decidimos empezar. Elegimos este lugar en Vila Cruzeiro, donde se están revocando casas mientras hablamos. Y lo mejor es que ellos deciden qué casa pintar después. Incluso imprimen camisetas, ponen pancartas, donde le explican todo a todos, y hablan con la prensa. Apareció este artículo sobre Angelo. 

DU: Mientras ocurre esto, estamos llevando esta idea a todo el mundo. Al igual que el proyecto que hicimos en Filadelfia, también nos invitan a hacer talleres, por ejemplo en Curaçao, y ahora mismo planeamos un proyecto enorme en Haití. 

JK: La favela no solo fue el lugar donde surgió esta idea, fue también el lugar que hizo posible funcionar sin un plan maestro; porque estas comunidades son informales, esta fue la inspiración, y en un esfuerzo comunal, junto con las personas, uno puede sentirse parte de una orquesta de centenar de instrumentos que suenan al unísono para crear una sinfonía. 

DU: Por eso queremos agradecer a todos los que quisieron ser parte de este sueño y nos dieron su apoyo, esperamos continuar. 

JK: Sí. Por eso un día, muy pronto, cuando los colores empiecen a cubrir estas paredes, esperamos que participen más personas, y se sumen a este gran sueño, y quizá un día, toda Vila Cruzeiro estará pintada. 

DU: Gracias. (Aplausos)

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