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18 mayo 2014

Envideados pintando.

Algo bello pasa. Sucede que cuando voy en el bus, subiendo o bajando por la antigua vía a Villavicencio, me encuentro con algunos desocupados pintando las paredes de mi calle. ¿Por qué lo hacen? ¿Para qué? ¿Les pagan por hacer eso? Pasa que esas paredes quedan adornadas con palabras que me hablan de armonía, de saludar a mis vecinos y de escuchar el canto de los pájaros. Veo ahora que también hay un Oso de Anteojos que carga en su lomo a un bebé recién nacido. Pienso entonces que la naturaleza aún nos habla y que la conexión que tenemos con los animales y las plantas que unas vez existieron en estas sabanas altoandinas sigue latiendo. Pero no sé qué tendrán en la cabeza los demás pasajeros que van en el bus. ¿Será que piensan cosas parecidas a mí? Sólo veo que en su cara a algunos se les dibuja una sonrisa, otros observan con cierta indiferencia y los niños inquietos señalan con el dedo la sorpresa de ver coloreados unos muros que antes sólo fueron eso: muros.


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