Slider

r'>

15 febrero 2016

¿Qué significa formar un colectivo?

En días pasados nos reunimos para enterarnos de las novedades, los chismes, las noticias, la coyuntura y para soltar uno que otro comentario sarcástico de la situación del país, de la ciudad y de la localidad. Miente quien diga que no gusta de rajar del prójimo y, bueno, sin rubor digo que nos hemos especializado en este tipo de arte. Como nos cuesta tanto la solemnidad y el histrionismo de la formalidad, cada reunión empieza, casi que instintivamente, con un chiste o una palabra mordaz. Es la forma de apaciguar los ánimos y de enfrentarnos a los conflictos, las discrepancias y las molestias que inevitablemente surgirán en las reuniones de trabajo. 

Bienvenidos humanos y perros. Barrio San Rafael Suroriental.


A mí particularmente no me gustan estas reuniones, pero sé que son necesarias. Son como las agujas, como sacarse una muela con caries o como ver perder al equipo de fútbol de tus amores (Independiente Santa Fe): son agotadoras, jartísimas, pero la mayoría de las veces necesarias para mejorar y para crecer. 

Digo, pues, que estábamos reunidos y empezamos a charlar sobre las fortalezas, dificultades, tensiones y problemas que conlleva el trabajo en colectivo. Salen a relucir las diferencias, a veces se alza la voz, una carcajada que se entromete, un vaso de gaseosa que interrumpe la sesión, y así, la conversación se va conduciendo a sí misma. Al final, no salimos del todo contentos pero tampoco caemos en el fatalismo. Yo pienso en lo distinto que es cada uno de nosotros, que la personalidad de uno es muy distante que la del otro: que a mí me gustan los videojuegos y el fútbol, y al otro, las lentejas con arroz medio crudas; que este sabe de acuarelas y el otro conoce los planos panorámicos del cine; que este otro se le salta el genio fácilmente y que el que empieza por F. es demasiado relajado. Que hay uno, más allá, que permanece en silenco. Y bueno, todos, de alguna manera nos entendemos en medio de nuestra diversidad. 

Cuando veo estas situaciones, recuerdo a Estanislao Zuleta, quien pedía más y mejores conflictos, antes que un paraíso de miel donde todas las cosas fueran fáciles y donde no existieran las discrepancias.

Me enorgullezco, entonces, de que nuestra inmadurez y la forma a veces infantil (la cual tiene su encanto) de asumir la realidad no opaque nuestra capacidad de escucharnos, de criticarnos y de encarar los disgustos con valentía y respeto. 

Árbol de palabras. Barrio Juan Rey.


Me voy, también, con una enseñanza que ya había reflexionado en días pasados: formar un colectivo es una apuesta política. En una época donde se vanagloria la eficiencia, la competitividad, el individualismo y las roscas de todo tipo, creer en una forma de trabajo colectivo es, pues, una forma de resistencia. Trabajar en grupo supone aceptar las diferencias, sobreponerse al discurso de la eficacia y el rendimiento, al individualismo utilitario y a los liderazgos sin oposición. Quizá trabajando cada uno por su lado se verían resultados más rápidos, más edulcorados y más acordes con las exigencias de estos tiempos; sin embargo, si cada uno estuviera aislado no tendríamos muchas historias qué contar, situaciones ridículas que compartir, divertimentos que gozar en compañía del otro. Creo que, en últimas, sería más aburridor y menos enriquecedor. Sí, sigo pensando que un colectivo supone una apuesta política, tal vez más sutil, tal vez menos explícita, pero por eso mismo, quizá más gratificante. 

Integrantes de ArtoArte.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Imágenes y Relatos de Ciudad

El Copetón y el Diente de León En el año 2017, el colectivo Arto Arte recibió la invitación por parte de profesor y artista Oscar Moreno...